lunes, 16 de octubre de 2017

CARLA ROMERO SÁNCHEZ

Los gatos, grandes cazadores, tienden a alimentarse de presas más débiles, y su agilidad hace que no pasen hambre en todo el año, aunque se trate de gatos solitarios. Los ratones son sus principales víctimas, ya que a pesar de las grandes velocidades que estos pueden alcanzar, su pequeño tamaño les convierte en una presa fácil para los gatos. No os lo vais a creer pero yo hablo con mi gato Miauu  el fue el que me contó esta historia
Vivió una vez un gato, conocido en el barrio por tener  siempre la barriga muy grande y llena, no había ratón que se resistiese. Pero el gato fue cumpliendo años, y con el paso del tiempo, se daba cuenta de que su agilidad ya no era la de cuando era joven, ni sus ganas de correr de acá para allá eran tampoco las mismas. Ya no podía perseguir a los ratones con la misma facilidad, y poco a poco, fue convirtiéndose en un gato callejero siempre estaba en las esquinas con hambre y muerto de frío.
A todos los que se cruzaban con él se les llenaban los ojos de lágrimas, y muy compadecidos por su estado, se fueron haciendo amigos de él, incluso algunos ratones con el corazón lleno de amor y de solidaridad.
Sin embargo, uno de aquellos ratones que se encontraba por las cercanías, y que le observaba día tras día, no terminaba de confiar en él ni de creer que el hambre le hubiese apaciguado también su frío corazón. Un día, surgió una disputa entre dos pájaros ante la aparente mirada impasible del gato. El ratón, que observaba la escena sin perder detalle, estaba convencido de que el gato se lanzaría hambriento sobre los dos pájaros, y de este modo, todo el mundo descubriría las verdaderas intenciones del gato.
El gato, aproximándose a la rama del árbol desde la cual vociferaban los pájaros, dijo:
  • No os peléis. Confiad en mí e intentemos arreglar vuestro conflicto.
Efectivamente, y como temía el ratón, el gato parecía cercar cada vez más a los pobres pájaros con la intención de lanzarse sobre ellos. El ratón atento a todo lo que pasaba, lanzó un grito que dejo paralizado al gato, librando a los pajaritos  de tan cruel destino.  Desde entonces el ratón   nunca  más se fió de ningún otro gato.  Mi gato sabe tantas historias  porque ve sálvame por la tarde.

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